La muerte de la madre. Contundencia de hora sin retorno ni cuenta hacia atrás, mismo tiempo y espacio y la frontera de dos maneras de entender lo inevitable.

Existen más luces de las que podemos ver y la memoria no sólo preserva, transforma el mundo en una nueva esencia que principalmente palpita esperanza.

No existe más memoria que el recuerdo en tintas y papel, el ciclo de nuestra historia transformado en tramite y el reloj de arena marcando la hora de la defunción.

En un momento, todos fuimos niños, todos decíamos lo que simplemente pensábamos, sin más pretensión que expresar nuestra verdad.

Caminamos a ambos lados de una línea, y nos observan entre la eternidad e inmutable naturaleza humana, y lo que no podemos entender que se mantendrá así, en espera de nuestra última mirada tan intensamente viva como la primera.

Obra presentada en temporada en el Salón de Danza de la UNAM.